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Hasta el fin del mundo
Bis ans Ende der Welt / Wim Wenders, 1991
Int.: William Hurt, Solveig Dommartin, Sam Neill, Max von Sydow, Jeanne Moreau.
Alemania-Francia-Australia-USA. VOSE. 287 min.
(El montaje del director)
Año 1999. Mientras conduce, una mujer choca con el coche de unos delincuentes que acaban de atracar un banco y que la obligan a colaborar con ellos en el traslado del dinero a un lugar de París. En el trayecto, conoce a Sam, un fugitivo perseguido por la CIA, que le explica que los delitos que le imputan son falsos y que lo que en realidad quieren es arrebatarle un invento de su padre que permite grabar los sueños.
Como un compendio de todo el cine de Wenders, Hasta el fin del mundo se convierte en un espectáculo multidireccional en el que el director alemán lleva al extremo su voluntad de hacer del mundo un único espacio a través del viaje incesante, poniendo de manifiesto una vez más que es capaz de moverse como pez en el agua en un terreno particular que tiene sus fronteras entre lo sublime y lo ridículo.
Hasta el fin del mundo responde a un doble sentimiento, de fascinación y de miedo, ante la llegada del año 2.000. Un doble sentimiento que amplía al mundo de la tecnología y a su incidencia en la vida y los sentimientos de las personas. Esta ficción futurista, que comienza con trazos de thriller y se convierte en una aventura estrambótica a través del mundo, es uno de los más atrevidos y queridos proyectos de Wenders, que contó con un amplio presupuesto para llevar a cabo un juego audiovisual irregular en cuanto a estructura y objetivos concretos, pero seductor por su torrente de ideas e imágenes encontradas. Una marcianada que presenta a un Wenders libre de ataduras, probando, mezclando y diseñando fórmulas más allá de lo establecido.
El juego de persecuciones que conduce Claire (de nuevo Solveig Dommartin) en la primera parte funciona a trompicones, pero va marcando la libertad que impera en el territorio que busca Wenders para un filme hablado en numerosos idiomas, en el que se pasa continuamente de Francia a Alemania, de ahí a Japón (con un homenaje a Ozu a través de la presencia de su actor favorito Chishu Ryu), a Estados Unidos y al desierto australiano, donde se concreta la anécdota de ciencia-ficción que sustenta el filme: en el año 1.999, un satélite está a punto de explotar y puede causar el fin del mundo.
El buen gusto musical de Wenders, y su conexión con algunos de los más válidos nombres del rack, desembocan en una esplendida utilización de la banda sonora, a través de las canciones, casi todas grabadas para la ocasión, de ilustres como Talking Heads, Nick Cave, Julie Cruise, Patti Smith, Elvis Costello, Lou Reed, U2, Neneh Cherry y Can, entre otros. Los múltiples paisajes en los que se va desarrollando la acción de la primera parte, se convierten en terreno propio y unitario gracias a la fotografia en chillones colores y brillante luminotecnia de Robby Müller, punto fundamental en la aventura audiovisual que el filme quiere definir, y se irá concretando en la segunda parte. Los videoteléfonos, las futuristas motos de policía, la cámara para imágenes que puedan ver los ciegos, son los signos de un futuro tan alentador como temible. Wenders se apoya en esos elementos y en el laboratorio de la descompuesta familia del personaje de William Hurt, para bucear en las posibilidades de la imagen, sin renunciar a sus reglas del cine, pero adoptando rasgos del videoclip y la imagen electrónica. El enredo de espionaje y persecución presentado desemboca en un viaje interior a través del ordenador y la memoria humana que transforma la habitual fascinación viajera de Wenders en un curioso drama familiar ecológico-futurista en el que el hombre se salva de sus propias catástrofes. (…)
En ese espectáculo total, en el que cabe el sentimentalismo y el sarcasmo casi al mismo tiempo, que quiere diseñar Wenders, el pulso no es constante, pero esa irregularidad marcada por el exceso y la falta de pudor hacen de Hasta el fin de mundo uno de los filmes más atractivos de Wenders.
Ricardo Aldarondo en Nosferatu nº 16 (Octubre 1994)
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