Accattone

Accatone se pasa el día metido en las tabernas, mientras que Maddalena, la mujer con la que vive, debe ejercer como prostituta para poder mantenerle. Un día, Maddalena es detenida y condenada a prisión. A partir de ese momento, Accatone, al que le han quitado su medio de subsistencia, se ve condenado a llevar una vida miserable.

Cuando Pasolini se convierte en cineasta en octubre de 1960, al iniciar el rodaje de Accatone tenía ya tras de sí un extenso bagaje artístico y una reputación escandalosa bien instalada en la sociedad italiana del miracolo económico.

Rodada en escenarios reales de los suburbios de Roma, Accatone es, esencialmente, una traslación cinematográfica de las dos primeras -y, tal vez, las más importantes- novelas escritas por Pier Paolo Pasolini, «Ragazzi di vita» (1955) y «Una vita violenta» (1959). Es muy fácil establecer entre su opera prima fílmica y sus primeros textos narrativos -especialmente, «Una vita violenta»- numerosas coincidencias y complicidades: los mismos protagonistas, los mismos escenarios, el mismo tono narrativo. Polvo y hambre, fantasia y frustración, desesperación y deseo, degradación y violencia… Éstos son los ingredientes principales de Accatone, film que, junto a Mamma Roma, «Raqazzi di víta» y «Una vita violenta», constituye una inconfesa tetralogía sobre el mundo del subproletariado italiano que malvive, al margen de la Historia y de la sociedad, en «el microcosmos de las barriadas romanas, que se revela fascinante ante él como territorio de la diferencia e inmejorable prueba de contraste desde la que abordar el desenmascaramiento de las ideologías del progreso y el bienestar (…)

Así pues, el realizador conjuga en una sola imagen, en un solo gesto de los actores, en esa mirada poética y descarnada hacia la trastienda del miracolo económico italiano, todo su sentir en aquellos años sobre el arte y la sociedad; de aquí surge la fuerte carga política de la película. Será el mismo Pasolini quien declare: «La gestación de Accattone fue breve: tuvo lugar en verano, durante el gobierno Tambroni. Todo en mi país, a lo largo de aquellos meses, parecía abocarse a sus eternas constantes de mediocridad, superstición, servilismo y de inutilidad vital. Me asomé a mirar qué sucedía en el alma del subproletariado de la periferia romana (…). No pude más que constatar su miseria material y moral, su feroz y estéril ironía, su ansia confusa y obsesa, su despreciable pereza, su sensualidad sin ideales, y junto a todo ello, su atávico, supersticioso catolicismo de paganos (…) Accattone es una tragedia: una tragedia sin esperanza… Antonio José Navarro en Dirigido por nº 350