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27 de septiembre 18:00h de 2023

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DENTRO DEL CICLO

Deprisa, deprisa

Carlos Saura, 1981.

Int.: Berta Socuéllamos, José Antonio Valdelomar, Jesús Arias, José María Gervás Roldán.
España. 99 min.
Sinopsis

Uno de los aspectos más interesantes de Deprisa, deprisa, al menos en 1981, sigue siendo su buena mezcla de relato de ficción y documento sobre los propios personajes que lo interpretan, actores no profesionales haciendo, con licencias obvias, de ellos mismos. La mayoría terminaron igual que en la película, muertos por sobredosis o acribillados en una refriega con la policía. Saura quiso confirmar enseguida que nada tenía que ver el estilo de Deprisa, deprisa con Los golfos, su primer largometraje, también sobre jóvenes marginales, realizado dos décadas antes en un contexto sociopolítico bien distinto. Hay en Deprisa, deprisa un sentido de la urgencia completamente acorde con la forma de vida que han elegido los protagonistas. Y no es un film, como se ha escrito desde entonces que pretenda ser la versión intelectualizada de Perros callejeros y otras producciones de José Antonio de la Loma que cimentaron el denominado cine quinqui. Tampoco se parece a las incursiones en el tema del marxista Eloy de la Iglesia. Saura recuperaba su sentido del realismo para romper con las metáforas que había realizado en pleno franquismo. Pura necesidad. Su productor en aquella etapa, Elías Querejeta, secundó la propuesta. Hubo rasgaduras, críticas airadas y lamentos de un amplio sector por la «metamorfosis» emprendida. También algún que otro aplauso por parte de aquellos que entendían que la «fórmula» de Saura se había desgastado. Si algo es incuestionable en la larga filmografía del director es precisamente su habilidad para el requiebro y su libertad para tratar temas distintos con estilos variados, con resultados de lo más variopinto. Vista hoy, Deprisa, deprisa me parece aún más «moderna» -con todos los significados que puedan dársele al término- e interesante que en su momento y muy coherente con la filmografía anterior -y parte de la posterior- del autor de La prima Angélica. La marginalidad social no era nueva en los intereses del cineasta (Los golfos, Llanto por un bandido). Durante años recopiló recortes de prensa sobre el tema en los setenta. Buscó después los intérpretes más adecuados en los propios barrios periféricos de Madrid que iba a retratar, procurando que fueran amigos o se conocieran entre ellos para mejor representar luego esa entente en la pantalla. El guion era un simple punto de partida que se fue enriqueciendo durante las sesiones preparativas con los jóvenes actores, quienes llegaron a modificar incluso muchos de los diálogos escritos originalmente (el guion lleva la firma en solitario de Blanca Astiasu, script donostiarra que había trabajado antes con Patino, Miró, Fernán-Gómez y Armiñán). Saura se apartó de la biografía más o menos explícita (el grueso de los films quinqui se basaban en la vida de El Torete o de El Jaro) para crear un corpus distinto en el que prima, ante todo, una cierta idea de la emoción. No solo de vivir al límite, sino también la emoción amorosa. La adecuación del tema de Los Chunguitos «Me quedó contigo» -posiblemente una de las mejores canciones de amor de la música popular española- es absoluta, y Saura no duda en utilizarlo en más de una ocasión para ir perfilando mejor, aunque pueda parecer repetitivo en primera instancia, uno de los aspectos más interesantes de la historia, la relación entre Ángela y Pablo, quienes a veces recuerdan a los protagonistas de las películas estadounidenses sobre jóvenes en fuga: «Si me das a elegir entre tú y mis ideas, que yo sin ellas me siento perdido, ay amor, me quedo contigo». Hay una mayor comprensión en cuanto a los personajes que en los films, más arquetípicos, de De la Loma. El documento lumpen está ahí, evidentemente, pero Saura hace prevalecer la relación amorosa como posible, aunque inviable, forma de escape. El director de El jardín de las delicias había entendido, quizá, que el cine practicado hasta entonces ya no tenía el mismo sentido. Desde esta perspectiva, Deprisa, deprisa puede verse como una película de liberación, más instintiva que pensada, más epidérmica que geométrica. Significó un punto y aparte en su trayectoria, repleta de luces y de sombras.

Quim Casas en Dirigido nº 538 (Abril 2023)

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