Llanto por un bandido

La segunda película de Carlos Saura recrea la leyenda del célebre bandolero José María “El Tempranillo”. Un western de ambición popular que concursó en el Festival de Berlín y con guion de Mario Camus y el propio Saura.

José María “El Tempranillo”, huyendo de la justicia, se refugia en Sierra Morena. Tras un período de duro aprendizaje, se convierte en el cabecilla de un grupo de bandoleros. Su mujer, María Jerónima, intenta inútilmente apartarlo de esa forma de vida. Algún tiempo después, Pedro Sánchez, un político liberal, se escapa de una cuerda de presos y recorre la sierra en busca de José María. Cuando lo encuentra, intenta atraerlo a la causa liberal.

En la primera secuencia, el verdugo interpretado por Luis Buñuel se santigua ante una cruz de madera. En la siguiente, la cámara muestra al bandolero El Lutos hablando con sus hombres sobre los compañeros que han sido ejecutados al garrote vil. (…)

Llanto por un bandido es un relato seco, terroso como el paisaje andaluz, contado mediante elipsis tanto en la transición entre bloques como en los cortes dentro de una misma escena.

(…) Un film desequilibrado debido a decisiones voluntarias y otras impuestas, repleto de hallazgos, cierto, pero de conjunto insatisfactorio, aunque curioso, y más en el contexto primerizo de la obra de Saura. Recoge y comprime la andadura del conocido bandido nacido en 1805 y fallecido en 1833, un retrato somero que parte de la verdad y del mito difundido a través de textos de Mérimée y Gautier, o del lienzo del pintor inglés que lo inmortalizó, John Frederick Lewis.

(…) Saura no pudo ser lo explícito que quiso en cuanto al marco político -las luchas entre constitucionalistas y realistas durante el reinado de Fernando VII-, explicado de modo atribulado, pero sí que mostró bien lo demás: la vida en la sierra andaluza; la estética de trabucos, espadas y picas; la construcción de un imperio del bandolerismo-caciquismo en el que José María obliga a los correos y diligencias a pagar por las tierras que él se ha atribuido -«la sierra es mía», declara, es su imperio y su forma de vida- y a los propietarios de molinos y cortijos a pagar igualmente por su protección. La célebre escena de la pelea entre El Lutos y José María, con los pies enterrados en la tierra pedregosa y golpeándose con estacas, tiene un decidido hálito goyesco, por lo que es natural que Rabal fuera Gaya en Burdeos. Y un último detalle musical: Saura emplea las canciones de flamenco (adaptadas u originales de Pedro del Valle) como se hacía en los westerns de los cincuenta, siendo parte de la narración y prefigurando acontecimientos: la canción sobre María antes del primer encuentro con ella en el campo de trigo. Texto extraído de Quim Casas en Dirigido por nº 538 – Abril 2023