Mamá cumple 100 años

Lejos de dormirse en los laureles con la llegada de la democracia del 78 a nuestro país, Carlos Saura dio ejemplo con Mamá cumple 100 años de lo importante que es mudar de piel para poder presumir de talante creador y antisistema. Si Ana y los lobos daba pie a hablar de Luis Buñuel, Mamá cumple 100 años nos remite al Luis García Berlanga negro, grotesco y coetáneo de La escopeta nacional (1978); tanto el film de Berlanga como el de Saura fueron grandes éxitos de taquilla en nuestro país cuando se estrenaron -el segundo fue nominado además al Óscar a la mejor película extranjera-, algo lógico si pensamos que los tiempos de la crítica angustiada e impenetrable al franquismo en las salas de cine habían dado paso a un rápido desencanto ciudadano ante la llegada de una monarquía parlamentaria lastrada por antiguos vicios y abocada a la vista de todos a las intrigas entre poderes financieros. Un desencanto traducido en ficciones tragicómicas como las de Berlanga y Saura. (…)

Como indica su título relata una gran celebración familiar en torno a una abuela centenaria, que origina entre los presentes una serie de fricciones a través de las cuales Saura testimonia las modas, costumbres y libertades que pugnaban por hacerse hueco en nuestro país tras la muerte de Franco, y las negociaciones subsiguientes entre sectores sociales varios para que todo cambiara sin que nada cambiase en exceso o lo hiciese realmente solo para unos cuantos. Como consecuencia de todo ello, frente a la fijación de la cámara en Ana y los lobos con su protagonista, Mamá cumple 100 años ofrece una mirada polifacética sobre la celebración del cumpleaños y sus consecuencias: todos los personajes tienen sus razones, todas las posiciones son respetables.

Ahora bien, la codicia representa uno de los factores clave en el retrato de familia plasmado por Saura. Bajo la fachada de dignidad moral y comportamientos intachables lo único que se tiene en cuenta velada o explícitamente es el dinero; el procedente del antiguo régimen, y el que puede devengar el recién llegado si el cambio sociopolítico de chaqueta se lleva a cabo con la elegancia suficiente. En este sentido, que la matriarca del clan cumpla cien años es un incordio para algunos de sus potenciales herederos, aunque no sean conscientes de que también han heredado sus taras de clase. De fallecer la matriarca, su adaptación al medio exigiría de ellos nuevas alianzas y cambios de perspectiva.

Saura no se muestra muy optimista por lo que toca a la capacidad de sus criaturas de ficción y toda una sociedad para cambiar si no es de acuerdo a los propios intereses. La película se cierra con un extraordinario travelling de retroceso que deja a los personajes sumidos en las sombras mientras, en el exterior, brilla un sol deslumbrante. No cabe mejor representación de una sociedad que vacilaba a la hora de encontrar relevos a sus viejos modelos sociales y políticos y que, pese a las pretensiones de aperturismo, continuaba -y continúa todavía hoy- encerrada con sus fantasmas.

Elisa McCausland y Diego Salgado en Dirigido – Abril 2023